Hace 19 años la hambruna segó en Somalia la vida de al menos 280.000 personas y hoy, este país del Cuerno de África, junto a Etiopía, Kenia, Djibuti y Uganda, se enfrenta a la peor sequía de los últimos 50 años, con más de 10 millones de afectados. Naciones Unidas ha decretado el estado de hambruna en las regiones de Bakool y Lower Shabelle, y ha lanzado una alerta para movilizar a la comunidad internacional e incrementar la provisión de alimentos. En estas regiones somalíes el 30% de los niños sufre malnutrición aguda y dos adultos y cuatro menores de cada 10.000 mueren diariamente de hambre, algo que no sucedía desde la última hambruna.
En Somalia las familias destinan entre el 75% y el 80% de su renta disponible a la alimentación. Según Naciones Unidas, tras las escasas lluvias de este año, el este de África se enfrenta a una sequía aguda y la Red de Sistemas de Asistencia Temprana contra la Hambruna (Fewsnet) ha informado de que en lugares como Turkana -frontera entre Kenia y Etiopía- un 37% de su población sufre desnutrición grave. A este panorama previsible y desolador al mismo tiempo debemos sumar la elevación de los precios de los alimentos que contribuye a agudizar aún más la crisis.
Felicito la iniciativa y la urgencia del Programa Mundial de Alimentos (PAM) y a su directora ejecutiva, Josette Sheeran, que va a crear un puente aéreo humanitario con Mogadiscio y la apertura de rutas hacia el sur con garantías de seguridad para el personal de los dispositivos. A este escenario se une la declaración de Al Shabab, la milicia radical vincula a Al Qaeda que controla casi la totalidad del sur del país. Sus portavoces han reiterado la prohibición de acceso de las organizaciones internacionales a la zona para proveer de alimentos a los afectados por la sequía y la hambruna, al tiempo que niegan esta profunda crisis humanitaria. A principios de 2010, el Programa Mundial de Alimentos se retiró de la zona, donde se puede hablar de estado fallido. El PMA asiste diariamente a 1,5 millones de somalíes y prevé llegar a otros 2,2 millones de afectados por la sequía y el hambre.
Quizá se haya ido detrás de los acontecimientos previsibles que han generado esta catástrofe humanitaria, que interpela a la conciencia de la sociedad civil global, a los Estados y sus sistemas regionales, y a los organismos internacionales. La reunión internacional de emergencia en Roma debe afrontar la crisis del Cuerno de África y movilizar el apoyo internacional. El gobierno de Francia, que ocupa la presidencia del G20, ha solicitado a la FAO esta reunión ministerial a la que han asistido 191 estados miembros, los organismos de Naciones Unidas, las organizaciones internacionales, los bancos de desarrollo y las organizaciones no gubernamentales.
Espero y deseo que se formalice una estrategia de alcance que proponga líneas de acción y soluciones a largo plazo para Somalia y la región, y que se vaya más allá de la puntualidad de las acciones humanitarias y se planifique un proyecto integral. Debemos pasar de una actitud reactiva, como la mantenida hasta la fecha, a otra más proactiva que eleve las expectativas de futuro y de progreso de las sociedades de la región. La FAO puede y debe anticiparse a estos escenarios, pues tiene la información y los medios para evitar la profundidad y dimensiones de una tragedia humanitaria como la somalí.
Agradezco sinceramente la iniciativa del gobierno francés, porque ha involucrado al G-20 en la crisis de Somalia y ha animado al Director General de la FAO a viajar a la zona, junto a su ministro de Agricultura y la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, para reconocer sobre el terreno las dificultades y carencias más relevantes. También es motivo de reconocimiento que el G-20 haya interiorizado la necesidad de intervenir en la crisis alimentaria somalí y se adopte a la FAO como el instrumento más adecuado para vehicular el debate, los programas de ayuda humanitaria, las inversiones en agricultura y en seguridad alimentaria.
Mi compromiso en la lucha contra el hambre y por la seguridad alimentaria sigue intacto y es hoy más fuerte y sólido que ayer; por ello, en la medida de mis posibilidades, estimularé la participación de los organismos internacionales en esta crisis y dinamizaré la movilización de la opinión pública a favor de la resolución de la crisis somalí y del Cuerno de África.
Es hora de comprometerse en la lucha contra el hambre y la pobreza. Es el momento de mirar cara a cara a esta región y de evitar un drama humanitario. Es importante que el director general saliente de FAO, el señor Diuf, como el que el que lo sucederá, el señor Graziano da Silva, se pongan al frente de un plan preventivo y global de SOS por Somalia para que el PAM no sea sólo el único instrumento que aporte soluciones. Es urgente que ambos posterguen la retórica grandilocuente e involucren a los organismos internacionales en esta tragedia humanitaria para que no se vuelva a repetir nunca más en Somalia y en los países del Cuerno de África. “Tenemos los medios y la capacidad de eliminar el hambre de la faz de la tierra”, como puso de manifiesto J.F. Kennedy en el primer Congreso Mundial de Alimentos en 1963. Hoy no queda tiempo que perder, lancemos un SOS Somalia.
Miguel Ángel Moratinos
Ex-ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación