El Mediterráneo, región marcada por una profunda asimetría económica, estructural y social, ha sido un área fecunda en foros, iniciativas y marcos de cooperación destinados a unir esfuerzos para afrontar estos importantes desafíos a los que debe enfrentarse. Esfuerzos, todos ellos, que surgen del empuje de una creatividad procedente de un entorno geográfico cruzado por amplias diferencias socio-económicas.
Esta fue la creatividad y el dinamismo que empujaron a lanzar el Proceso de Barcelona en 1995, en un contexto que parecía propicio para la paz a escala regional. Este Proceso suponía ya, en sentido estricto, un cambio de paradigma puesto que rompía con los postulados que definieron desde los años setenta las políticas de cooperación, sustituyendo esta visión economicista por una aproximación mucho más amplia y proponiendo, por primera vez, una verdadera Asociación Euromediterránea, que de manera audaz aborda los problemas mediterráneos en todas sus dimensiones y complejidades.
Comienza entonces a tomar forma un viejo sueño de muchos y se plantea aplicar un modelo de multilateralismo que contempla al Mediterráneo como una unidad regional en el marco no sólo económico, sino político, cultural y de sociedad civil. Una unidad que huye de la homogeneidad y respeta diferencias e identidades a partir de un documento político novedoso y de plena vigencia hoy en día como lo es la Declaración de Barcelona de 1995 .
Como iniciativa pionera, conviene subrayar que el Proceso de Barcelona ha permitido mantener un excepcional canal de diálogo político permanente en la región, además de proveer un marco notable para la cooperación regional en áreas tales como educación, comercio, industria o cultura, en las que la creatividad de la sociedad civil, a través de múltiples foros y plataformas, ha jugado un papel esencial. En definitiva, fue un paradigma novedoso, como lo es ahora la Unión por el Mediterráneo.
La Unión por el Mediterráneo: una nueva dimensión institucional adaptada a las necesidades del Mediterráneo
Sin duda, la partida de nacimiento de la UpM tiene una fecha concreta, París 13 julio de 2008. Durante la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de los 43 países que forman la UpM, se consensuaron los ejes de su arquitectura institucional, que fue ratificada en la Conferencia de Ministros de Exteriores de Marsella pocos meses después, en noviembre. Mientras que la Declaración de París supuso el lanzamiento doctrinal de esta nueva fase en las relaciones euromediterráneas, la reunión ministerial de Marsella significó la puesta en práctica de los principios de esta novedosa arquitectura institucional.
Se tomaron muchas e importantes decisiones en París y Marsella, quizá la más visible es el cambio de nombre, que refleja precisamente este cambio de paradigma: hemos pasado de un “proceso” político a sentar las bases de una verdadera “unión”, y de aquí la denominación “Unión por el Mediterráneo”, que refleja el consenso existente en que se ha dado un salto cualitativo- dentro de la continuidad- en la asociación euromediterránea. Otra importante apuesta de la Cumbre de Marsella fue una decidida vocación por la pluralidad: acordamos la participación de nuevos socios- Mónaco, Croacia, Montenegro, Bosnia y Herzegovina- e incorporamos a la Liga Árabe como observador con participación plena en todos los niveles. Al mismo tiempo, y en un esfuerzo por reforzar la dimensión multilateral, acordamos la participación de los otros actores de las relaciones euro-mediterráneas. Se dotó de mayor protagonismo a la Asamblea Parlamentaria Euromediterránea con objeto de que poco a poco adquiera un papel más relevante en el proceso de toma de decisiones. Asimismo, se creó la Asamblea de Autoridades Locales y Regionales del Mediterráneo, hecho muy relevante ya que muchas de las decisiones en el ámbito euro-mediterráneo deben de ser puestas en marcha por entidades subestatales de índole local y regional.
Esta pluralidad se vio reforzada por una decidida apuesta por la co-apropiación a través de un sistema de co-presidencias bianual, que en este primer mandato ha recaído en Francia, por el lado norte, y en Egipto por el sur, hecho novedoso y que viene a igualar, en el plano institucional aún más, a ambas riberas. Asimismo, se acordó el lanzamiento de un sistema de cumbres bianuales de jefes de Estado y de Gobierno y la segunda de ellas (tercera euromediterránea) tendrá lugar en 2010 bajo Presidencia española de la UE.
El sistema de co-presidencias no es la única innovación organizativa, sino que se creó una verdadera estructura institucional, dentro de la que destaca muy especialmente el Secretariado que está destinado a jugar un papel clave y va a asentar en Barcelona. Trabajamos con dedicación y muchas ganas para conseguirlo, porque la vocación de liderazgo de España en la Unión por el Mediterráneo es clara. Este logro de política exterior es un logro también de la acción coordinada entre el Gobierno de España, la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona con aportaciones fundamentales cada uno dentro de su esfera de responsabilidad.
En la dimensión estrictamente política, ahora más que nunca hay que volver la vista a la Conferencia que hace menos de un año reunió en París a jefes de Estado y de Gobierno de 43 países y a los logros obtenidos posteriormente en Marsella, donde se alcanzó un acercamiento de posturas entre árabes e Israelíes. Allí, en Marsella, tan sólo un mes antes de que estallara la crisis de Gaza, se consiguió una fórmula de consenso y se superaron muchas diferencias. Especialmente importante fue la presencia de Siria en la Cumbre de París que, como se ha visto, ha evolucionado hacia un proceso de normalización de su proyección exterior, o que desde Israel se aceptara que en la declaración final de Marsella se hiciera alusión a la “importancia de la iniciativa árabe de paz” como base para futuras negociaciones. Muchos consideramos ese gesto como histórico, y fue verdaderamente estimulante ver como un delegado israelí tendía la mano de la paz hacia sus vecinos árabes y palestinos.
Sin embargo, debemos subrayar el difícil contexto político en el que nos encontramos en este año 2009 en la región mediterránea y que ha lastrado los inicios de esta nueva etapa: desde el entorno mediterráneo se recibieron con gran preocupación y un profundo desaliento las terribles noticias procedentes de Gaza aquel 27 de diciembre de 2008. Los ecos de Gaza se siguen escuchando y como en todo conflicto de semejante magnitud, deben seguir haciéndolo por una cuestión principal, que la resonancia de su crudeza evite que se vuelvan a repetir. Sabemos que las sensibilidades están a flor de piel y que se hace difícil continuar con los esfuerzos de articulación institucional y de impulso de proyectos. Sin embargo, hay demasiado en juego. Y aunque el avance hacia una integración mediterránea, se ha visto afectado por estos lamentables acontecimientos, debemos evitar a toda costa que ésta se vea interrumpida, multiplicando nuestros esfuerzos en pro de la paz en éste y otros foros.
Nuestro mensaje es claro y rotundo en las actuales circunstancias: comprendemos la sensibilidad árabe que se ha traducido en una suspensión de las reuniones de trabajo de la Unión por el Mediterráneo en prácticamente la mitad del primer semestre de 2009; sin embargo consideramos que no es hora de cerrar puertas, sino más bien de mantener abiertas las que ya existen. Es por ello que el Gobierno de España ha llevado a cabo un importante esfuerzo en relación a la crisis de Gaza, proporcional a nuestro grado de implicación en la UpM: hemos comprometido más de 180 millones de euros para los próximos dos años para la reconstrucción en Palestina en el marco de la conferencia de Sharm El Sheiik del pasado mes de marzo, sujetos a la formación de un gobierno palestino de Unidad Nacional, un gobierno que sea capaz, además, de direccionar los fondos de reconstrucción de Gaza. La reconciliación palestina no puede esperar, porque la perpetuación de sus diferencias aleja cada vez más la posibilidad de creación de un estado palestino.
El papel central del Secretariado Permanente
No podía menos que referirme a uno de los principales éxitos de esta nueva fase, el Secretariado permanente de la Unión por el Mediterráneo, impulsado a pesar de las dificultades anteriormente reseñadas. Supone un éxito significativo el haber dotado a una región políticamente tan dividida de una institución común con una vocación profundamente inclusiva.
El Secretariado permanente nace precisamente de la necesidad contrastada de dotar a un partenariado de estas dimensiones de una institución común para impulsar y centralizar sus trabajos, para hacerlos concretos y visibles. Se trataba de una demanda ya existente en el seno de nuestro partenariado, que recogió el Presidente del Gobierno con ocasión de su intervención en la Cumbre del X Aniversario celebrada en Barcelona en 2005 y que ha cristalizado con la Unión por el Mediterráneo.
Nos congratulamos enormemente de haber logrado que Barcelona, verdadera capital euromediterránea, haya sido elegida sede de esta institución, pero ahora viene la labor más intensa, que es invertir el mayor de nuestros esfuerzos en garantizar su eficacia. Es una cuestión clave para el buen desarrollo de la UpM, ya que el éxito y la solidez de esta nueva fase de la asociación mediterránea dependerá en un altísimo grado del arraigo y la solidez de su Secretariado.
Debemos esforzarnos por erigir un secretariado representativo, cohesionado, proactivo, ejecutivo y transparente. El secretariado tiene la importante misión de hacer más visible la UpM para los ciudadanos mediante la propuesta y coordinación de proyectos concretos que beneficien sobre el terreno a las sociedades euro-mediterráneas. Todos, instituciones españolas –especialmente el Ministerio que represento, pero no sólo éste, sino el resto de Ministerios vinculados a proyectos UpM, Comunidades Autónomas y entes locales- los Estados Miembros UE, los estados socios del sur, las sociedades civiles, los diferentes foros…deben caminar en la misma dirección. Todos deben otorgar un voto de confianza claro y manifiesto en favor de este Secretariado, verdadera apuesta en pro de un Mediterráneo mucho más cohesionado.
En un contexto internacional como el actual, altamente mediatizado y en el que en demasiadas ocasiones se subrayan las diferencias en lugar de enfatizar aquello que nos une, no puedo menos que destacar la importancia simbólica de este Secretariado. Desde su propia naturaleza jurídica como institución común- en una región profundamente dividida y enfrentada- a la propia pluralidad de su propia composición, ya que estará ubicado en Europa, con un Secretario General originario de nuestros socios del Sur, y con seis Secretarios Generales Adjuntos, uno de ellos palestino y el otro israelí, trabajando codo con codo en la construcción de un futuro común.
La importancia de los proyectos y su relación con el Secretariado
En la cumbre de París de Junio de 2008 se aprobaron seis proyectos con los que despegará oficialmente la UpM. Son seis iniciativas de gran relevancia para el desarrollo en distintos ámbitos: Iniciativa Mediterránea de Desarrollo Empresarial, el Plan Solar del Mediterráneo, desarrollo de Autopistas del Mar y Autopistas Terrestres, la Universidad Euromediterránea, proyecto UpM de Protección Civil y el proyecto de Descontaminación del Mediterráneo. Estos proyectos vienen a sumarse a aquellos impulsados por la Comisión Europea desde el año 1995 en el marco del Proceso de Barcelona y a aquellos desarrollados en el marco de la Política Europea de Vecindad y los Planes de Acción bilaterales.
El papel del Secretariado cobra una gran relevancia en relación con estas iniciativas. Éste se centrará en la identificación, búsqueda de financiación y seguimiento de proyectos euromediterráneos, que pueden provenir de todos los ámbitos, principalmente del sector privado, pero sin excluir a la sociedad civil o a las autoridades nacionales o regionales. Es decir, los socios pueden elegir o proponer los proyectos más adecuados a sus intereses o necesidades concretas de desarrollo. Eso sí, todos deben ajustarse a unos parámetros comunes de promoción de la integración económica, la interconexión de infraestructuras y la cohesión social en la región euromediterránea.
España ha sido la impulsora, junto con Italia, de la Iniciativa Mediterránea de Desarrollo Empresarial. Se trata de un proyecto conjunto de apoyo a pequeñas y medianas empresas cuyo objetivo es fomentar la creación de empleo en los países socios mediterráneos, así como contribuir a la estabilidad social, la integración de las economías de las dos riberas del Mediterráneo y facilitar la transferencia de tecnología. Esta iniciativa es aún si cabe más oportuna en el actual contexto de crisis, puesto que las Pymes y las microempresas constituyen el núcleo de vertebración económica y social de la región.
El Plan Solar del Mediterráneo es otro de los proyectos donde España puede realizar significativas aportaciones debido al liderazgo mundial de nuestra industria en materia de energías renovables. El PSM pretende fomentar la producción de energía solar en el Norte de África mediante el montaje de plantas termosolares, de tecnología europea, con lo que genera un beneficio en ambas riberas, en términos de importación de energía limpia, creación de empleo y transferencia de tecnología.
Por supuesto todos estos proyectos se desarrollarán de forma paralela con los programas euromediterráneos que gestiona la Comisión desde 1995, enmarcados en cuatro capítulos del partenariado, que son el capítulo de Política y Seguridad; Económico y Financiero; Socio-Cultural; y el de Libertad, Seguridad y Justicia.
La importancia de la dimensión socio-cultural: la Fundación Anna Lindh (FAL)
Creo que merece mención aparte la dimensión socio-cultural y la educativa de la Unión por el Mediterráneo, esferas que suponen ambas un reto de primera magnitud en el Mediterráneo. En este contexto cobra particular relevancia la Fundación Anna Lindh para el diálogo entre las culturas, que en este año 2009 entra en su segundo período de actividad- finalizando la fase transitoria de ajuste de su estructura interna- y que se ha erigido como un punto focal de la Alianza de Civilizaciones en el Mediterráneo.
Entre todos dotamos a la Fundación de una proyección renovada y reforzada, en línea con los desafíos a los que se enfrenta la región euro-mediterránea, que tiene en las esferas educativas y del diálogo socio-cultural dos de sus mayores retos. La Fundación ha tenido un papel destacado en el encuentro del Grupo de Alto Nivel de la Alianza de Civilizaciones celebrado en Estambul el pasado mes de abril, y está afianzándose en su proyección como pilar de encuentro y como líder de opinión en las relaciones euro-mediterráneas, manteniendo puentes de diálogo abiertos incluso en las situaciones más adversas. Con la incorporación de nuevos miembros a la Unión por el Mediterráneo, la Fundación podrá extender su actividad a otras áreas geográficas aprovechando el nuevo Programa Trianual, en el que destaca la voluntad de la FAL de convertirse en una institución de referencia de la Unión por el Mediterráneo actuando prioritariamente en una serie de campos, entre los que destacan ideas e ideologías, educación, producción cultural, medios de comunicación, religión, espiritualidad y valores y ciudades y diversidad. Es importante subrayar también el lanzamiento del Observatorio de las tendencias interculturales, que tiene como objetivo principal mejorar las percepciones mutuas entre las dos riberas contribuyendo a que esta institución se erija como centro de observación, análisis y recomendación en el tercer capítulo de la asociación euro-mediterránea.
Los retos mediterráneos de la Presidencia española de la UE
España asumirá en el primer semestre de 2010 la Presidencia de turno de la Unión Europea. Nos encontramos pues en este momento en plena elaboración de lo que serán nuestras prioridades para tal período en una región que ha sido, es y será una prioridad de nuestra política exterior. El año próximo será un año decisivo, en la medida en que se celebrará la segunda Cumbre de la Unión por el Mediterráneo, que deberá dotar a la UpM de un Plan de Trabajo bianual tras expirar el aprobado en 2005 y en el que se escenificará la plena operatividad del Secretariado permanente. Este programa de trabajo incluirá acciones en las cuatro áreas del antiguo Proceso de Barcelona (política y de seguridad; económico-comercial; socio-cultural; justicia y emigración) y se nutrirá de las diferentes iniciativas adoptadas en las reuniones ministeriales sectoriales realizadas durante las últimas presidencias de la UE, en particular la Presidencia sueca.
Tenemos una serie de retos en diferentes materias. En relación a la creación de la Zona de Libre Comercio, como es bien sabido en 1995 se estableció el año 2010 como fecha “objetivo” para la creación de la Zona de libre comercio Euromed, uno de los pilares de nuestra asociación euro-mediterránea. A pesar de que el año que viene no contaremos todavía con una zona de libre comercio completa, ni en cobertura sectorial, ni en términos geográficos, sí que probablemente contaremos con una red finalizada de Acuerdos de Asociación con la inclusión de Siria, que contribuirán a nuestra aspiración de reforzar el comercio Norte-Sur y elaborar la puesta en práctica de nuevos y más potentes Acuerdos de Asociación. Todo ello con el objetivo de sentar las bases para una relación equilibrada Sur-Sur. Bajo Presidencia española podrán a buen seguro impulsarse la Hoja de Ruta de Comercio 2010 o el posible lanzamiento de una Nueva Agenda Futura (Hoja de Ruta más allá de 2010), reforzando en todo caso los avances logrados en esta materia.
En el capítulo socio-cultural incorporaremos como prioridades horizontales retos de primer orden de la región euro-mediterránea, en particular cultura, papel de la mujer en la sociedad, educación e investigación, trabajo y seguridad social. Además, tal y como expuso el Presidente del Gobierno el pasado mes de junio en su intervención sobre las grandes líneas de política exterior española, hemos iniciado los trabajos para que en 2010 puedan adoptarse sendas Cartas Euromediterránea de Seguridad Alimentaria y Educación.
Finalmente, la Cumbre proveerá una magnífica oportunidad para analizar el estado en que se encuentra la puesta en marcha del Secretariado y la implementación de los proyectos que impulsamos dos años antes en la Cumbre de París, fomentando su desarrollo mediante estudios de viabilidad; acuerdos con los países participantes; e incrementando su respaldo financiero y presentando, eventualmente, nuevas iniciativas.
Conclusión: un nuevo paradigma anclado en el acervo de Barcelona
Como conclusión, y haciendo de nuevo referencia al título de este monográfico sobre el Mediterráneo, la Unión por el Mediterráneo nace como un nuevo paradigma para reforzar las relaciones euromediterráneas, con una nueva dimensión institucional y práctica, tras el lanzamiento del Secretariado y de proyectos innovadores en seis áreas estratégicas.
Esta nueva fase de relaciones entre ambas riberas no está exenta de complejidad y su ritmo de marcha puede ser lento, en una coyuntura regional particularmente difícil, tanto en lo político como en lo económico. Pero es precisamente la fuerza del consenso y de la co-apropiación lo que nos van a permitir sortear las dificultades y tratar en profundidad aquellos temas que son de interés para ambas riberas. Consenso, co-apropiación, y multilateralismo son todas ellas palabras que remiten a la Unión por el Mediterráneo. Es cuestión de ponernos manos a la obra, para definir una agenda de desafíos y prioridades comunes, que nos permitan aunar fuerzas y definir una agenda común para los próximos años que responda a las demandas y prioridades de las sociedades euro-mediterráneas.