España será el primer país del mundo en destruir los arsenales de bombas de racimo y prohibirá su desarrollo, producción, adquisición, almacenamiento, conservación o transferencia, porque representan un efecto mortal e indiscriminado para la población civil inmersa en conflictos armados.
Con esta decisión el Gobierno de España adelanta los plazos del acuerdo de la Conferencia de Dublín, donde 111 países nos comprometimos a eliminar este tipo de munición y hacer un frente común para suprimirla de nuestros arsenales. Conocemos bien sus efectos y el drama que ocasionan al esparcirse por zonas determinadas, no estallar y convertirse en minas retardadas. Estas bombas se pueden equiparar a las minas antipersona, prohibidas por más de 125 países en 1997.
El acuerdo de Dublín es un paso decisivo en política de desarme y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero quiere abanderarlo consciente del drama humano que han ocasionado esta bombas en las últimas décadas y sus efectos nocivos e indiscriminados sobre la población civil. Somos sensibles a la movilización social y a las propuestas de la sociedad civil que han estimulado la conciencia de la Comunidad Internacional.
Esta decisión del Gobierno supone la destrucción de más de 5.000 bombas de racimo en los próximos dos años, lo que convertirá a España en el primer país del mundo en iniciar la destrucción de sus arsenales antes de la ratificación en Oslo del acuerdo de Dublín, que entrará en vigor en mayo del próximo año. Afortunadamente, nuestro país nunca ha utilizado este armamento y se va a involucrar en proporcionar asistencia médica, rehabilitación y apoyo psicológico a sus víctimas.
Espero que estos primeros pasos en la prohibición y destrucción de las bombas de racimo animen a los principales países productores a sumarse a este frente común. El Gobierno de España instará a que se eliminen los arsenales de esta munición, cuyos efectos son desafortunadamente conocidos en los escenarios bélicos o de conflicto, donde se ceba en la población civil y, especialmente, en los niños.
El próximo otoño se iniciará la destrucción del arsenal de las Fuerzas Armadas españolas que previsiblemente durará dos años y tendrá un coste aproximado de cuatro millones de euros. Los países europeos lideramos esta iniciativa adscrita al Proceso de Oslo y España será el primer país en la destrucción de bombas de racimo, conscientes de que estos pasos, aunque no sean especialmente largos, avanzan una política de desarme y despejan el camino a la paz.