La parte que desdibuja el todo

La manipulación y el fanatismo son el caldo de cultivo del terror. Sólo así nos podemos aproximar al atentado contra el semanario satírico francésCharlie Hebdo y al asesinato de su director, de varios de sus dibujantes y periodistas, así como de personas inocentes. Este execrable atentado en París que ha conmocionado al mundo ya es un símbolo de los ataques furibundos a la democracia y a la convivencia, así como contra la libertad de expresión y de prensa. Debemos ser firmes frente a la barbarie que se opone a la civilización para que prevalezcan la razón y las ideas, el respeto y las creencias, frente a la patología del fanatismo. Este enfoque va más allá de las ideas de confrontación entre Oriente y Occidente, y convierte a la humanidad en una comunidad de destino alejada del choque de civilizaciones.

He defendido siempre el diálogo y la concertación efectiva como medio para avanzar en la convivencia y la seguridad globales. Creo en las alianzas antes que en las confrontaciones, pues la violencia engendra violencia y acarrea sólo sufrimiento y destrucción. Han sido muchos los esfuerzos para evitar las beligerancias y, además, contamos con los instrumentos adecuados para rebajar su intensidad y gestionar las soluciones. Con este espíritu nació la Alianza de Civilizaciones que hoy, desgraciadamente, vuelve a recuperar protagonismo tras la masacre en la sede del satírico Charlie Hebdo.

Todos los foros de la Alianza de Civilizaciones han puesto de manifiesto la necesidad de incrementar y orientar más recursos a la juventud y la educación, así como a la integración y participación social de las diversas comunidades que conviven en los países occidentales y en Oriente. Desde Naciones Unidas y la Alianza de Civilizaciones hay que instar al mundo arabo-musulmán a que asuma el papel que le corresponde y a que contribuya a fortalecer el frente común contra el fanatismo pretendidamente religioso. Los lápices tienen que seguir trazando líneas con libertad pues, de silenciarse, se socavaría el fundamento de nuestras democracias; no podemos ni debemos confundir la minúscula parte del fanatismo con el todo que representan millones de musulmanes creyentes y pacíficos pues, de otro modo, consentiremos en que la parte desdibuje el todo.