España asume la Presidencia de la Unión Europea en un momento muy complejo y nos corresponde fortalecer la estrategia de salida de esta gran recesión e implantar el sistema institucional de la nueva Europa derivado del Tratado de Lisboa. En este semestre potenciaremos el impulso de cohesión de más de 400 millones de ciudadanos para reforzar las instituciones y favorecer el gobierno económico de la zona euro, mientras se esbozan líneas políticas de futuro. Este puede y debe ser el legado de la presidencia española, de nuestra cuarta presidencia europea que se enmarca en un escenario absolutamente complejo y diferenciado de los anteriores. Asistimos a la refundación de Europa y, tras el impasse deliberativo, orientaremos sus pasos hacia el futuro con el compromiso de una clara conciencia geoestratégica y geopolítica en la comunidad internacional. Es el momento; los desafíos europeos y globales no conceden espera, mientras que nos aguarda una gran intensidad política europeísta, que será también crucial para el futuro de la conciencia europea y para nuestra política exterior.
En el año 2010 comenzamos a construir la cimentación de la nueva Europa en un entorno de cambio de estructuras de la gobernanza global y en una gran recesión que nos obliga a buscar soluciones sociales, económicas y financieras imaginativas, solidarias y sostenibles. Por ello, asistimos a importantes desafíos que le corresponderá afrontarlos a las instituciones europeas, a nuestro país y al conjunto de la sociedad europea. Nuestra presidencia será de gran exigencia y estaremos a la altura de un Estado europeísta, comprometido con la construcción política de Europa y su vocación global.
El respeto y la colaboración del Gobierno con las nuevas instituciones europeas, tanto con el Presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, como con la Vicepresidenta y Alta Representante, Catherine Ashton, son abiertos y sinceros. También lo es nuestro compromiso con la nueva Comisión y el Parlamento Europeo, que saben que cuentan con la más decidida cooperación del Gobierno español; colaboración que ha gestado el clima de trabajo con las futuras presidencias de Bélgica y Hungría.
Los ejes de actuación de la presidencia española son la igualdad y la innovación que se articulan a través de prioridades como el empleo, la educación, la investigación, el desarrollo y la innovación, y la transformación del modelo económico y energético europeo. Estos son objetivos de gran calado y que requieren de tiempo para su desarrollo, aunque corresponde a nuestra presidencia su impulso inicial y orientación.
La simbiosis entre desarrollo y competencia europea marcará el avance de las reformas estructurales para crear empleo de calidad, crecimiento en la eurozona y elevación del PIB europeo; elementos esenciales para definir la Estrategia 2020 que sustituirá a la de Lisboa y contará con mayores dosis de realismo sin postergar la ambición. Desde esta perspectiva, los europeos estamos llamados a renovar el pacto social europeo para hacer aún más eficaz nuestro modelo social de mercado, que constituye una de nuestras señas de identidad. Fieles a estos valores fundacionales tenemos que acercar aún más las instituciones europeas a la ciudadanía, responder a sus expectativas de crecimiento sostenible y de actuación integrada en el ámbito exterior para afrontar con eficacia los retos de un mundo complejo y globalizado.
El Tratado de la Unión Europea prevé la iniciativa popular, un instrumento fundamental para dar voz a los europeos en asuntos de la Unión, pues la firma de un millón de ciudadanos “de un número significativo de Estados miembros” puede promover una iniciativa legislativa sobre un tema determinado. La Comisión ha aprobado el “Libro Verde” sobre los detalles de esta nueva figura y la presidencia española ha expresado su deseo de disponer cuanto antes de la propuesta formal del reglamento que la desarrolle.
El Tratado de Lisboa otorga personalidad jurídica a la Unión, un hito en el proceso de construcción europea que nos permitirá, entre otras cuestiones, solicitar la adhesión a la Convención Europea de los Derechos Humanos. Para ello se abrirán negociaciones con el Consejo de Europa sobre la base de un mandato unánime aprobado por el Consejo. Este es un paso de enorme trascendencia política pues incide en el corazón de nuestra comunidad de valores, constituido por los Derechos Humanos.
Para hacer de Europa un verdadero actor global es necesario asentar la Europa del siglo XXI plasmada en el Tratado de Lisboa y en las expectativas que ha depositado en él la ciudadanía, los Estados miembros y la propia comunidad internacional. Así podremos unificar nuestra interlocución, nuestros vínculos con terceros países y consolidar las asociaciones estratégicas regionales. Este horizonte está cada vez más cerca y el deseo del presidente Kennedy de dialogar con “una Europa fuerte y unida… con la que Estados Unidos pueda tratar en plano de igualdad a la hora de afrontar las importantes y complicadas tareas de construir y defender una comunidad de naciones libres” está hoy al alcance de la mano.
El trío de nuestra Presidencia es consciente de la necesidad de fortalecer la relevancia de la Unión Europea en la búsqueda de soluciones a los grandes retos de la agenda internacional y aspira a incrementar la influencia europea en la escena global. Nuestra Presidencia organiza en estrecha colaboración con el Presidente del Consejo Europeo y la Alta Representante 14 Cumbres de Jefes de Estado y/o de Gobierno de la Unión con socios estratégicos, al tiempo que desarrollará un impulso genuino a la cooperación para el desarrollo en el marco de los Objetivos del Milenio.
En la esfera euro-americana, la Presidencia abarcará las relaciones de la Unión con todo el continente americano en virtud de las Cumbres con Estados Unidos, Canadá, México y la IV Cumbre birregional Unión Europea-América Latina y el Caribe. En el espacio euro-mediterráneo se celebrará la segunda Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión por el Mediterráneo. Durante el semestre se ha convocado también la Cumbre Unión Europea-Marruecos, la primera que se mantiene con un socio del sur del mediterráneo y habrá dos importantes citas africanas como el Consejo Conjunto Ministerial Unión Europea-África, Caribe y Pacífico y la Troika Unión Europea-África. En la región de Asia-Pacífico perseguiremos la consolidación de las relaciones europeas desde el enfoque bilateral y multilateral (ASEM, ASEAN). Y junto a estas importantes citas se celebrarán las Cumbres con Rusia y Japón
Entre las prioridades de la acción exterior de la Unión está el impulso al proceso de paz en Oriente Próximo en coordinación con el Cuarteto y nuestros socios árabes. Queremos propiciar un avance hacia una paz global, justa y duradera en la región y aproximar la materialización de dos Estados, Israel y Palestina, que convivan en paz y seguridad.
Este programa político se acompañará del despliegue diplomático del Servicio Europeo de Acción Exterior que dotará de mayor coherencia y visibilidad a la política internacional de la Unión, a través del establecimiento de unidades geográficas y temáticas únicas. Queremos una acción exterior autónoma y con capacidad propia e independiente del Consejo y de la Comisión y, sobre todo, al servicio de todos los europeos en el exterior.
La Presidencia española tiene vocación transformadora y contribuirá a la construcción de la Unión Europea del siglo XXI que hablará con una sola voz en la comunidad internacional, como corresponde a un actor global e influyente.