Adiós a las armas…, sin control

Ha merecido la pena el esfuerzo político y diplomático de muchos años porque nos ha conducido al Tratado sobre el Comercio de Armas. Ayer se produjo el hito histórico de su aprobación por la Asamblea General, lo que debemos celebrar como un éxito de la comunidad internacional y de Naciones Unidas. Fue refrendado por 154 votos, una amplia mayoría, y contó con la oposición abierta de Irán, Corea del Norte y Siria, lo que obedece a razones de coyuntura política. Con este instrumento no sólo reforzaremos la seguridad global mediante la regulación del comercio armamentístico, sino que se evitará un alto coste humano y muchos sufrimientos, al tiempo que se facilitará la persecución de traficantes, genocidas y criminales de guerra. Su aprobación y posterior ratificación impedirá el uso de armas contra la población civil, un mayor cumplimiento de los derechos humanos y humanitarios, y favorecerá la transparencia del mercado.

España, como país copatrocinador de este tratado, debe sentirse hoy satisfecha y orgullosa por sus contribuciones a su conceptualización y negociación. Se dio un gran salto en el 61 período de sesiones de la Asamblea General, en diciembre de 2006, con la Resolución 61/89. Y un año más tarde, nuestro país aprobó la Ley 53/2007, sobre el control del comercio exterior de material de defensa y de doble uso, con el fin de sintonizar con el espíritu de copatrocinadores del tratado y para evitar la proliferación y las exportaciones sin control. De este modo, y como indica el preámbulo de la Ley, España aseguraba que sus exportaciones son coherentes con los compromisos vigentes de conformidad con el Derecho Internacional y de manera que se garantice que dichas exportaciones no fomenten la violación de los derechos humanos, no aviven los conflictos armados ni contribuyan de forma significativa a la pobreza. Gracias a ella hoy disponemos de los instrumentos para la adecuada coordinación con las instituciones europeas y foros internacionales, la armonización de sistemas legales y el intercambio de información, así como la cooperación internacional y la asistencia técnica a terceros países.

En medio de una avalancha de malas noticias y de episodios dramáticos, la aprobación inicial del Tratado sobre el Comercio de Armas en Naciones Unidas es un gran acontecimiento y una magnífica noticia. Aunque no represente un definitivo adiós a las armas, como titula Hemingway una de sus novelas más conocidas, al menos supone un adiós a las armas sin control en el mercado mundial.