60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

El 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es una oportunidad para reflexionar sobre los jalones que se han colocado en estas décadas y analizar la vinculación entre gobernanza mundial e instrumentos jurídicos universalmente aceptados sobre la base de la existencia de un Derecho internacional que reconoce derechos fundamentales e inalienables a todo ser humano y del que se derivan obligaciones para los Estados y para la Comunidad Internacional.

Los derechos humanos no pueden percibirse como algo distante e inalcanzable, o como el dominio de unos pocos activistas; más bien al contrario, como señala Desmond Tutu, debemos esforzarnos más por encontrar formas para que los derechos humanos hagan valer, confirmen y conecten con los mejores valores autóctonos de culturas de todo el planeta.

La extensión y aplicación de los derechos humanos es una tarea común que nos concierne y nos interpela, porque representa “la conciencia de la humanidad”, como los definió Eleanor Roosevelt. Su respeto y vigilancia nos acercan a un futuro más libre y más justo, alejado de los horrores de la contienda mundial que auspició el nacimiento de la Declaración y su posterior desarrollo en instituciones, convenciones y tratados.

Su inspiración humanística se cimenta en los principios de igualdad y universalidad de tal manera que las condiciones de vida y la protección y trato de las personas no son sólo un “asunto interno”, sino que son, a su vez, responsabilidad de la Comunidad Internacional, la sociedad civil global y de todos los ciudadanos.

En este sentido, el Gobierno español desarrolla una política interior y exterior recorrida por los principios de defensa y promoción de los derechos humanos, de los valores democráticos, la igualdad de género y el multilateralismo efectivo. Además, España se ha sumado a este aniversario dese la presidencia del Consejo de Europa y en el 50 cumpleaños del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. En la reunión ministerial de Madrid, que cerró la presidencia española, se aprobó un protocolo (el protocolo 14 bis) para agilizar los procedimientos e incrementar su eficacia, así como diversas convenciones para alcanzar la igualdad efectiva de género.

A la acción en favor de la defensa y promoción de los Derechos Humanos el Gobierno de España destina importantes recursos a Naciones Unidas que se dirigen a la lucha contra el hambre, la enfermedad y la pobreza, y en pro de la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la moratoria de la pena capital. Este enfoque político y diplomático cuenta cada vez con más países en la Comunidad Internacional donde se adoptan gestos y decisiones en esa dirección que, a pesar de dificultades sistémicas, anuncian cambios; procesos que albergan optimismo en la defensa de la dignidad humana y la legalidad internacional.

Nuestro país ha dado numerosos y decisivos pasos en la defensa de los derechos humanos, entre los que se pueden señalar la ratificación del Protocolo facultativo a la Convención de las Naciones Unidas contra la tortura y otros tratos y penas crueles, inhumanos y degradantes, y del Protocolo 14 de la Convención Europea de Derechos Humanos; la lucha contra la discriminación de la mujer y la violencia de género en Europa, Iberoamérica y África; el Acuerdo Global contra el Terrorismo; la participación en operaciones de mantenimiento de la paz en tres continentes; el 0,5 por ciento del PIB a la cooperación al desarrollo; el fortalecimiento de la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos; el incremento de misiones de observación electoral internacional; el diseño de una política euroafricana integral para la regulación de flujos migratorios y respetuosa con los derechos humanos; estrecha colaboración con la Corte Penal Internacional; lucha contra el racismo, la xenofobia y las intolerancia desde la presidencia ministerial de la OSCE o en la Conferencia de Revisión de Durban (Durbab II)…

A estas iniciativas se une la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones y su ampliación a más de un centenar de Estados y organismos internacionales, así como a la puesta en marcha de planes nacionales que tendrán un reflejo contrastado en nuestra convivencia cotidiana e incidirán en el desarrollo de la juventud y la interculturalidad.

El compromiso del Gobierno de España se ha materializado también en la política interior con la reciente aprobación del Plan de Derechos Humanos, redactado con las recomendaciones de Naciones Unidas y presentado en su sede dentro del marco de los actos conmemorativos del 60 Aniversario de la Declaración. Su texto se incorpora a esta publicación para difundir los objetivos de nuestro país en esta materia, que reflejan el espíritu de muchas de las demandas del conjunto de la sociedad española. El día de su presentación, el Consejo de Ministros aprobó el Plan Integral contra la Trata de Seres Humanos con fines de explotación sexual, fenómeno de dimensiones preocupantes en todo el mundo, que constituye una grave violación de los derechos humanos.

La sensibilidad de la sociedad española ha estimulado la formulación de propuestas innovadoras en el ámbito de los derechos humanos y su vinculación a otros ámbitos. La iniciativa privada y pública española han puesto en marcha la fundación ONUART que vincula arte y derechos humanos en el seno de Naciones Unidas y, especialmente, en su sede europea de Ginebra. El resultado de esta sinergia ha sido la instalación más moderna de la que dispone el Palacio de las Naciones de Ginera que alberga los trabajos del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

La Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones es una contribución que une nuevamente a nuestro país a los principios de la Declaración, refuerza nuestra imagen en la Comunidad Internacional e incorpora una de las obras de arte más señeras del siglo XXI: la cúpula de Miquel Barceló.

Desde 1948 se ha avanzado, aunque a distintas velocidades y según los territorios, pues no podemos ignorar que surgimos de las escorias de la segunda guerra mundial y se ha superado la dinámica de bloques de la guerra fría. Desde el Derecho de Gentes de Vitoria, hasta la revolucionaria Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y la Declaración de Los Derechos Humanos se ha recorrido un importante trayecto en favor de la dignidad y la seguridad humanas. Las páginas de este libro recogen algunas de las intervenciones más destacadas que se han producido a lo largo de este 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Estos discursos nos recuerdan su vigencia y los desafíos aún pendientes que debemos afrontar en un contexto de globalización e interdependencia.

En esta encrucijada de la Historia y de cambio de paradigma tienen aún más fuerza las palabras del Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, que sostiene que la Humanidad no podrá tener seguridad sin desarrollo, ni éste sin aquella, pero es de nuestra incumbencia el ser absolutamente conscientes de que no conseguiremos levantar y mantener ninguno de estos dos pilares imprescindibles para el progreso de la sociedad si no se respetan los derechos humanos.

Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé